La lucha contra plagas y enfermedades de la vid ha tenido varias caras a lo largo de la historia. La industrialización en el sector trajo consigo la necesidad de multiplicar la producción de vino para ser competitivos y como consecuencia los sistemas de control de enfermedades de la viña se basaban básicamente en pesticidas y herbicidas industriales aplicados a granel y sin el menor control fitosanitario.
Como respetamos la naturaleza y queremos mantener las fincas vivas y con mucha biodiversidad, no queríamos utilizar ningún producto fitosanitario aunque estos salgan más económicos y no necesiten de mucho tiempo ni trabajadores.
Una de las amenazas más recurrentes para la viña es la Polilla del racimo (Lobesia botrana) que ataca a la vid desde distintos frentes y en diferentes estados del ciclo vegetativo de la planta.
En primavera los primeros individuos adultos ponen los huevos sobre los botones florales cuyas larvas destruirán la flor. En verano y con buenas temperaturas atacan directamente a la uva produciendo erosiones y agujeros en la piel por donde pueden colarse otros invitados no deseados como la temible Botrytis Cinerea.
¿Y qué hacemos en Grifoll Declara para combatir esta plaga sin fitosanitarios? Utilizamos el método de “Confusión sexual”.
El tema va como sigue: Instalamos difusores a modo de trampas de confusión sexual en la viña. Esto es una cinta biodegradable de unos 6 cm que va liberando una síntesis de las feromonas femeninas para de esta manera confundir al macho, que no consigue localizar a la “inexistente” hembra, evitando la cópula.
Es mejor “confundir” que exterminar.
Es que la viña necesita de su ecosistema y nosotros debemos respetarlo. Solo así, cuidando nuestra tierra, respetando sus ciclos, conseguiremos que ella cuide de nosotros. Como siempre debió ser. Estamos orgullosos de trabajar con este sistema.